Si acudimos al diccionario de la R.A.E. y desde el punto de vista semántico el significado actual de catar es, probar, gustar algo para examinar su sabor o sazón. No obstante la evolución semántica de este verbo a lo largo de la historia ha resultado compleja. Desde el punto de vista etimológico catar procede del término latino “captare” cuyo significado originario era, tratar de coger, tratar de agarrar. A partir de ahí pasó a significar, de forma alegórica, tratar de captar con los sentidos. Algo indefinido como es la percepción nos lo representamos a través de una acción concreta como es echar mano a algo. No se quedó ahí el significado, sino que metonímicamente se restringió a percibir con el sentido de la vista, es decir, mirar. Un vestigio de este significado antiguo se mantiene hoy fosilizado en catalejo, que, como su propio nombre indica, es un instrumento que sirve para mirar en la distancia. 

El siguiente atributo semántico fue también metonímico, en este caso por cercanía. De la visión se pasó a otro sentido, el gusto. Este es un significado más cercano al actual. Esta evolución de significado es menos absurda de lo que parece a simple vista. Cuando catamos algo, normalmente lo percibimos por varios sentidos a la vez. Pensemos en una cata de vinos, en la que se mira, se huele, se paladea. Situaciones de este tipo, en que participan varios sentidos, pueden dar pie a que el foco se desplace de uno a otro. Catar tiene hoy un hermano culto, captar, que se incorporó posteriormente al castellano. Probablemente el contenido semántico del verbo captar que es, percibir por medio de los sentidos o de la inteligencia, percatarse, comprender profundice más en el sentido otorgado desde el punto de vista tanto gastronómico como enológico.
Vemos pues que la cata, también llamada examen organoléptico o análisis sensorial es la apreciación por medio de los sentidos de la vista, el olfato, el gusto y podríamos añadir de una disposición mental de las cualidades de un alimento y sin ningún lugar a dudas el vino es donde mejor podemos ejercitar esta práctica. Centrándonos en la cata enológica esta consiste en someter a un vino a nuestros sentidos para intentar conocerle y determinar sus características organolépticas, y finalmente apreciarlo. Se distinguen cuatro fases en el proceso gustativo: la observación por medio de los sentidos, la descripción de las percepciones, la composición relacionándola con normas conocidas y el juicio justificado. Para que la degustación se convierta en cta es suficiente con un esfuerzo de atención y análisis de las impresiones. Lo más complicado, sin duda, y que en principio no está al alcance de todos, es la descripción concisa de esas sensaciones percibidas, seguida de una valoración justificada. El catador debe saber expresar sus impresiones en términos comprensibles y ser capaz de formular una opinión.



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